sábado, 18 de junio de 2011

"Todos somos Habiba" Por Laura Mascaró

Alma tiene 15 meses. El InstitutoMadrileño del Menor y la Familia (IMMF) le retiró la custodia a su madre debidoa su “incapacidad para demostrar ciertas habilidades maternales”. Al parecer, los técnicos del IMMF consideran que “los horarios y el tipo de alimentación son caóticos” y, por ello, se intentó “que regularizara la lactancia y limitara los momentos de alimentación. Le dieron chupetes pero no los utilizó”.

Los señores del IMMF parecen desconocer que la leche materna es el mejor alimento para las crías humanas y que, idealmente, debe ser a demanda y exclusiva durante los seis primeros meses de vida; que hasta los 18 meses sigue siendo el alimento más completo y que debería durar hasta los dos años de edad, al menos. Que la lactancia materna sea “a demanda” significa, necesariamente, que no puede depender del reloj, ni de la voluntad de la madre ni, mucho menos, de la voluntad de un “técnico” de la administración pública. El bebé debe alimentarse siempre que quiera y durante el tiempo que quiera. Llámenlo caótico, si quieren, pero es lo natural.

La Fundación Raíces se puso en seguida manos a la obra para defender a Habiba, nombre ficticio con el que se conoce a la madre de Alma, una mujer marroquí de 22 años que estaba viviendo en un centro para madres sin recursos. Se convocaron concentraciones para pedirle al IMMF que devuelva la custodia de Alma a su madre, a quien nunca se le debía haber retirado. Las concentraciones no fueron sólo en España sino también en otros países y, sobre todo, en internet. Vivimos en un país en el que los servicios sociales pueden retirar custodias sin la orden de un juez. No es la primera vez que lo digo: la Constitución Española de 1978 es papel mojado.



El Defensor del Pueblo (o la defensora, María Luisa Cava de Llano) que en otros asuntos no ha demostrado ninguna sensibilidad para con las familias que se ocupan de sus hijos,respondió a la queja presentada por la Fundación Raíces solicitando una valoración pediátrica al IMMF y recomendando la reunificación de Alma y Habiba quienes, en quince días, sólo han podido verse durante tres horas. La Fiscalía anunció que impugnaría la retirada de la custodia por no estar “suficientemente motivada” aunque, mientras escribo estas líneas, aún no tengo constancia de que efectivamente lo haya hecho.

Tres pediatras de la AsociaciónEspañola de Pediatría elaboraron un informe a favor de Habiba en el que recordaban algunos datos sobre la lactancia materna y el colecho. Diversas organizaciones internacionales, así como las asociaciones española y americana de pediatría, confirman que la lactancia materna es el mejor alimento para los bebés humanos y que el colecho no sólo no es perjudicial sino que puede resultar beneficioso en muchos casos; que los niños que son criados con apego llegan a ser más independientes y seguros de sí mismos cuando llega el momento adecuado para ello. Que sea necesario que la OMS, la ONU, la UNICEF y un largo etcétera de organismos e instituciones publiquen informes a favor de la lactancia materna, del colecho y de la crianza con apego para defender unas prácticas que no consisten en un estilo de vida particular sino que son inherentes a nuestra condición de mamíferos, confirma que vivimos en una sociedad enferma y profundamente desconectada de nuestra naturaleza humana. Ninguna loba ni ninguna gata necesita que le expliquen cómo criar a sus hijos. Se dijo de Habiba que tenía una “actitud agresiva”. Cualquier hembra mamífera a la que se intentara arrebatar a su cría tendría, sin duda, una actitud agresiva. Yo también la tendría. Y desdichada la mujer que no la tenga, porque significará que ha perdido el más elemental instinto de protección hacia su progenie.


“La paz sobre la Tierra empieza en el vientre de la madre”, dijo la psicoterapeuta familiar Evânia Reichert. Y yo añado: y termina cuando se aplican las leyes de “protección” de la infancia.


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